Qué habrá sido de él,
de sus ojos de hierba,
del sol de aquellos sábados,
del imán en el aire.
Siempre fue caprichosa la memoria.
De pronto le recuerdo
llenándome de luz
cada lunar,
curvando mi
cintura,
trazando
corazones en mi boca.
La nostalgia
sonríe
y todo se
concentra en el ínfimo espacio
que ocupó un
infinito.
Y regresa a mi
piel un febrero lluvioso
y el pálpito de
un beso irremediable.
Hoy su recuerdo es
un júbilo encarnado entre las sienes.
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