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martes, 14 de enero de 2014

Él

Rebusco entre mis sílabas la pureza del aire 
que le encienda el aliento
en un fuego de signos sin distancia. 

Me vacío en palabras como mundos
descalzando la voz en cada brújula,
mientras dibujo pieles en su mar
y peces en su vientre.

Él nunca se separa de mis viajes
y cubre con el hueco de su mano
mi corazón creciente en su silencio.

Va conmigo, licuándome las venas,
y lo sabe.


Lo mismo que conoce
la nostalgia de barro que me arrasa
cuando se quiebra alguna vez el puente.

Él me mira de cerca y yo lo sé
con esa certidumbre de todo lo soldado,
de cordón irrompible,
de magia desaguándose
en la tierra desnuda de los solos.