Algún día seré
igual que un lunes de noviembre en
Oslo.
No quiero ver crecer más cementerios
en mis ojos cansados de malgastar el
brillo
de un sol que es invisible,
de un sol que nada importa.
de un sol que nada importa.
Estoy cerca de ser
únicamente el agua de la sangre,
una sangre incolora como tantas,
una rebelde más que se rindió
una sangre incolora como tantas,
una rebelde más que se rindió
para sentirse a salvo bajo el frío.
Algún día
dejaré de soñar veranos de palabras,
de recibir migajas de retornos,
de hundir al corazón en cada charco.
Quiero abrazar distancias sin abrazar
esperas
y acumular inviernos donde acumulo añicos
de primaveras rotas.
de primaveras rotas.
Algún día seré
la voz indiferente de una piedra.
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