Será porque es de noche y estoy sola,
o porque pesan todos los cansancios
y no hay leña que impida que el frío se desnude,
o será porque el aire parece que respira
olor a insurrecciones
y no se queda quieto arrastrando declives.
El caso es que me siento a la intemperie
y con los pies mojados por la lluvia,
hastiada de pisar la zozobra del barro.
Noto la extenuación de mis pupilas
y cómo tiembla el pulso de la fe
de tanto perseguir domingos perezosos.
Debería tumbar sobre la nada
esta nuca de rizos vulnerables,
y descansar de los fantasmas cínicos
que me hacían creer en los milagros.
Dicen que nunca es tarde para volver al sur.
Ya jugué demasiado a la ruleta rusa,
ya me mataron demasiadas balas.
Cada vez queda menos corazón
para tanto suicidio.
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