Volví a creer en Fénix y quise abrir ventanas
Pero sólo veía
en mi jaula de púas.
Esperaba romperme una vez más
como un viejo espejismo,
y caer hacia dentro
cuando entraran los túneles.
Pero hoy no ha ocurrido, y por primera vez
la luz era diáfana
y la vida era un pájaro.
y la vida era un pájaro.
Con la costumbre incrédula
rebusqué en las rendijas
del silencio punzante,
en la sórdida fe de los añicos,
rebusqué en cicatrices de avisperos
y en los restos de pólvora.
Pero sólo veía
una anchura de aves
inundando de alas mis pestañas.
Después mi asombro murmuró memorias
de mi piel malgastada entre las rejas
y atravesé universos de cansancios
encerrados en huecos sin salida.
Volvió el vuelo del aire
y ahora sólo escucho
y ahora sólo escucho
un eco de albedrío tras las puertas abiertas,
y extrañamente lejos
tu voz sin decir nada.
tu voz sin decir nada.
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