Tan sólo era cuestión de no dejar morir a la memoria.
Pero ahora no importa, estoy llegando
al mar donde se arrojan los milagros perdidos.
Voy desapareciendo del paisaje
donde difuminé pequeños universos
que se quebraban una y otra vez
contra el opaco frío de la nada.
Y es que ya no me quedan más instantes,
se me acabó el esfuerzo
de anhelar que la luz no se silencie.
Ya me dejé la piel al borde del veneno
Ya me dejé la piel al borde del veneno
y el corazón a punto de la duda,
ya se quedó mi frente al margen
de la paz
y mi existencia en medio del eclipse.
Ya no puedo seguir donde soy sólo olvido.
Ya no puedo seguir donde soy sólo olvido.
Tengo las ganas demasiado rotas
y un enredo de exilio entre los ojos,
estos ojos que miran su vacío.
Y he malgastado tantas pesadumbres
que vago por desiertos inexactos,
y de alguna manera tendré que regresar
de este limbo de amnesias
y por fin reencontrarme.
Ahora ando en cueros buscando algún
indicio
que me lleve hacia mí.
Apenas me recuerdo
y sin embargo sé que no puedo olvidarme.
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