Últimamente estoy
en el centro de un cero.
Con su forma de elipse,
con su ausencia perfecta de equipaje,
de calles, de quimeras, de porqués.
Aquí todo es vacío y no me importa,
me sienta bien flotar en su líquido
amniótico.
No sé si en algún lado,
por detrás de sus límites,
me espera un uno inquieto
o números con signo negativo.
Puede ser.
Pero el cero no piensa.
El cero desconoce lo posible.
No me acerco a sus bordes.
Aquí me siento a salvo.
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