Me pides que te cuente mis deseos
y yo quiero volver a la inocencia,
cuando la soledad era un columpio
y el vértigo era un monstruo
inexistente.
Deseo mariposas
que salgan de mi sangre
y se queden volando alrededor
como blancos soldados invencibles.
Y respirar sin humo
y encontrarme detrás de los disfraces
y no sentir el frío si desnudo utopías
y silenciar alertas
y ser de hierba si el amor me huele.
Deseo caminar sobre anchos
equilibrios,
aquietar el temblor de las pequeñas
llamas
que apenas iluminan
cuando el miedo oscurece transparencias.
Y una ventana virgen
y un campo de calor
y un libro que me escriba domingos en
los párpados.
Y un beso que no llore por la sed.
Y quiero ser de luz en la mirada
de aquel que sepa verme
allí donde se mueren los deseos.
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